Filosofía Podada

Monday, February 19, 2007

Violencia y educación

En un lapso de tiempo nada largo se ha pasado en España del autoritarismo y el miedo a la libertad. Ambas experiencias han formado parte de la vida de muchas personas que conviven hoy en una misma familia. Los anteriores instrumentos ('estímulos') educativos eran el palo y el infierno. Los educadores eran los policías (y asimilados: maestros autoritarios, padres déspotas) y los curas. Casi de repente se nos dice que el policía (así como los maestros y los padres) no puede pegar y que el infierno es una filfa. Se generaliza la teoría del respeto a todo el mundo y se difuminan las penas eternas. ¿Qué nos queda? Aprender a vivir en libertad. Pero qué es 'aprender', qué es 'vivir' y qué es 'libertad'. Para responder a estas cuestiones hace falta una nueva Pedagogía, una nueva Ética y una nueva Política. Lo que no se puede permitir es la eterna fluctuación entre un extremo y el otro del movimiento del péndulo, al que todo el mundo golpea cuando se aproxima a sus posiciones.
Ya hace tiempo que Thorndike dijo: "Experiencias agradables tienden a repetirse; experiencias desagradables, no siempre evitan su repetición". Dicho de otro modo, los premios estimulan a repetir la experiencia; los castigos casi nunca convencen de la no repetición de su causas, porque, de hecho, suelen recibirse por algo placentero (distraerse, vaguear, jugar). Por otra parte, la mayoría del profesorado carece de un conocimiento serio sobre la psicología evolutiva hasta la juventud. Tampoco posee una formación suficiente sobre técnicas pedagógicas.
Por otra parte, el respeto a las personas y la ausencia de penas eternas postulan una reflexión coherente sobre los valores básicos para la convivencia. Y esto no se improvisa con buenos deseos como la famosa 'transversalidad' de la LOGSE. En cambio, para poner en práctica lo de 'la letra con sangre entra', no hace falta una 'instrucción' específica ('cada maestrillo tiene su palillo'). Cada cual es muy capaz de inventar su propio método, al menos en lo de la 'sangre', dado que si la 'letra' no 'entraba' era por incapacidad metafísica (cazurrez natural) de la mente del escolar. Aprender a obedecer es mucho más sencillo que aprender a decidir libremente, si por 'aprender' entendemos que se va a hacer 'bien', en el primer caso haciendo lo que te mandan, pero en el segundo decidiendo según cálculo de las consecuencias que nuestras acciones tienen en el disfrute de los valores, tanto personal como colectivo.
Finalmente, no se puede seguir denostando la actividad política, como si fuera algo pernicioso para el ciudadano y una oportunidad de abuso para el político. Cualquiera ve que sin política social no es posible disponer de médico ni de escuela para todos.Es obvio que es necesario cambiar de métodos y de contenidos en la educación.. Es hora de tomar en serio el estudio y enseñanza de la Ética (Teoría científica de valores humanos), tampoco se puede retrasar más una adecuada formación política (Teoría de la convivencia), y no se puede prescindir de la adecuada formación psicológica (Teoría de la comprensión entre los seres humanos). Las dos primeras deben enseñarse conjuntamente. Y la última debería existir ya en todos los centros de secundaria, no sólo como optativa.
Y, para que todo esto sea posible, es decir, para saber 'qué debemos hacer', 'cómo lograr una convivencia satisfactoria' y 'cómo somos' hace falta aprender a hablar (Lengua), a calcular (Matemáticas), a manejar la naturaleza (Física-Química), a cuidar la vida y su medio (Biología-Ecología), a utilizar razonablemente los medios de subsistencia (Economía) y a saber acceder a la información necesaria para la vida normal (Tecnología). Después estas materias podrán ser objeto de especialidades universitarias, a las que acompañarán otras como la Medicina, el Derecho, la Filosofía y las Ingenierías, como respuesta a los valores de la salud, la justicia, el pensamiento y la comodidad.
Me parece imprescindible recordar que la cuestión de los valores es el problema básico. Antes que los Derechos Humanos están los Valores Humanos, que, por supuesto, deben llegar a ser derechos (figurar en las leyes). Las leyes siguen al pensamiento, mediante el cual se generan y definen los valores, que constituyen la base fundamental de la educación. De lo contrario, siempre habrá que recurrir al incesante incremento del número de vigilantes, de policías, de cárceles y de centros de rehabilitación o inserción social. Es triste que a medida que aumentan las escuelas en los países avanzados, no disminuyan en la misma proporción los instrumentos de represión (cárceles). Esto indica que las escuelas no son lo suficientemente buenas (se educa mal), y esto se debe a que un maestro 'gana' lo mismo que un policía, o, dicho de otro modo, el asunto no tiene solución mientras cueste lo mismo reprimir que enseñar. Y nada cambiará mientras los políticos actúen sin escuchar a los eticólogos y politólogos de contrastado saber.
Pero tampoco abundan. Urge trabajar ya por su formación.
La violencia tiene, casi siempre, un fuerte substrato de ignorancia, de confusión, de miopía, da falta de cálculo, de ausencia de perspectiva global. Y es tarea de la Educación minimizar estas carencias. Si se quiere saber cómo, no hay más remedio que investigar y preguntar.