Filosofía Podada

Tuesday, May 06, 2008

Escándalo

Por fin, hoy (17-4-08) me llama la Jefa de Estudios para decirme que una madre (sin identificarse) ha llamado para protestar por las ‘enseñanzas’ que el profesor de Educación para la Ciudadanía imparte a su hija en el aula. Hasta dicen que tal profesor ha dicho que Dios es gay. Es probable que lo haya dicho porque forma parte de la historia sobre el valor de la igualdad entre varón y mujer. ¡Pero qué casualidad! Digo lo mismo año tras año en las clases de Ética de cuarto curso, donde, por mala suerte, no he conseguido todavía escandalizar a nadie.
Aunque pudiera parecer lo contrario, me he llevado una agradable sorpresa porque parece que algunos hijos cuentan a sus padres lo que oyen en clase, y que los padres analizan y critican la educación que se les inculca. Creo que es la primera vez que me sucede esto directamente. En otra ocasión un compañero de otro centro me contó que una madre había protestado por el contenido del libro de texto de Ética del que soy autor. Hace ya tiempo, algunos de mis alumnos (sobre todo alumnas) se molestaban también por algunos de mis comentarios, tanto por lo que decía como por la forma (ironía). Pero de eso hace, al menos, diez años. En la actualidad parece que a la mayoría les gusta lo que les digo y a los demás les da lo mismo. Casualmente (!) el problema se plantea en cuestiones relacionadas con las religiones (que ellos entienden siempre como la Religión), cuando son analizadas por mí en su función antropológica y cultural, es decir, como cocausantes del modo de ver la vida (valores, principios y normas), y, para mayor casualidad, trasciende de la clase de Educación para la Ciudadanía. ¿Por qué será?
Le dije a la Jefa de Estudios que, si la señora llamaba de nuevo, le ofreciera mi total disposición a explicarle lo que ella quiera, sin necesidad de decirme su nombre, ni, por supuesto, el de su hija y alumna mía. Que estaré encantado en situarle la expresión ‘Dios es gay’ (1) como una de las razones tradicionales dentro de nuestras latitudes, en la explicación de por qué ha sido discriminada la mujer a lo largo de nuestra historia. Porque los cuentos bíblicos no son más inocentes que las narraciones míticas de los griegos, aunque tienen un aspecto más obsesivo, como es la creencia de que se trata de un Ser real y Superior, cuyas revelaciones son dogma indiscutible, aunque no se comprenda nada. En la vida particular de cada cual muchas de estas cosas podrán ser admisibles, como lo es que alguien piense que D. Quijote amó de verdad a Dulcinea; o que Alicia habitó realmente el País de las Maravillas.
Me piden respeto a sus creencias. En su vida privada, en su casa, en principio (mientras no me lo cuenten), lo acepto. Si me lo dicen en ‘público’, lo discuto. Al pedirme respeto, supongo que quieren decir que no me meta con su forma de ver el mundo y la vida, y que no me ‘ría’ de ello. Ya sé que la ironía molesta y que la risa irrita. Pero cada uno tiene su método para que los alumnos atiendan y se enteren.
La palabra ‘respeto’ significa oír y tener en cuenta lo que el otro dice, pero no quiere decir que se admita y valore igualmente lo que el otro dice, piensa o hace. Yo puedo escuchar que en su casa, la madre de mi alumna sigue las indicaciones del padre a la hora de hablar, de pensar, de votar, de creer, etc. diciéndole, por ejemplo: “¡Tú te callas!”. “¡Las mujeres a lo suyo, es decir, a cumplir la tarea que les asignó el Creador!”. Etc. En este caso, yo no podré estar de acuerdo, y se lo diré de la forma más clara, precisa y humorística que pueda.
Los seres humanos somos iguales, aunque en la Biblia se diga que Dios creó a Adán solo y, más tarde, cuando vio que entre todos los animales no había para Adán ayuda semejante, se dio cuenta de que no estaba bien que estuviera solo (2).
Pero cuando moldeó con barro a Adán le ‘sopló’ (alma), y nada se dice del ‘soplo’ cuando de su costilla formó a Eva (y no vale suponer que llevaba también parte de dicho ‘soplo’ en la costilla, ya que los escritores de la época sabían ‘perfectamente’ donde estaba el alma, y no era en ese hueso) (3).
No tendría importancia el relato si no llevara consigo la opinión teológica de que la mujer probablemente no tenía alma. Duda que permaneció hasta el siglo sexto (4) de nuestra Era. Tampoco esto tendría demasiado interés si tal opinión sólo fuera teológica, pero implicaba una antropología, es decir, el menosprecio real hacia la igualdad de trato y de oportunidades de las mujeres en su vida concreta.
Cada uno puede tener las creencias que quiera. Puede esperar los prodigios que le parezca, según su forma de soñar. Pero no le puede negar a otros la crítica (aclaración y valoración) de lo que expresa en público, ni le puede imponer a nadie su forma de ver las cosas, si no es a partir de razonamientos lógicos o científicos. El creyente puede pensar que su Dios es muy bueno, a pesar de lo que ve (pudiendo hacer todo el mundo como un paraíso, sólo lo hizo un trozo, lo demás desierto; ya sería con la intención de expulsar a un sitio inhóspito a quien había creado para que le amara a Él, y se había entretenido con otras cosas). Puede pensar que es un juez implacable (juicio final). Puede creer que es vengativo (Diluvio, Torre de babel). Y yo puedo pensar que es gay (5). Tengo el mismo derecho, porque dispongo de los mismos datos, es decir, los ofrecidos por los relatos de la mitología sagrada, respecto a los cuales Dios nunca se ha pronunciado (cuando hizo al hombre a su semejanza, la mujer, casualmente, no estaba).
Por fortuna, después de incontables padecimientos (muerte en la hoguera, castigos eternos, plagas, etc.), y después de miles de años, y en este lugar del mundo, puedo, por fin, opinar en términos de igualdad con los creyentes, a quienes estoy dispuesto a escuchar siempre y a los que permito decirme que estoy equivocado, si así se muestra desde alguna clase de razonamiento. Porque parece que el famoso ‘respeto’ siempre va en la misma dirección, uno puede ridiculizar o amenazar al ateo, pero éste tiene que tener mucho cuidado con el creyente, partiendo de la lógica que se establece entre la nada y el Ser.
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(1) “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Génesis 1, 13).
(2) Y dijo Yahvé Elohim: No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle una ayuda semejante a él. Y Yahvé Elohim trajo ante Adán todos cuantos animales del campo y cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que viese cómo los llamaría y fuese el nombre de todos los vivientes el que él les diera. Y dio Adán nombre a todos los ganados, y a todas las aves del cielo, y a todas las bestias del campo; pero entre todos ellos no había para Adán ayuda semejante a él. Hizo, pues, Yahvé Elohim caer sobre Adán un profundo sopor, y, dormido, tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar la carne, y de la costilla que de Adán tomara, formó Yahvé Dios a la mujer y se la presentó a Adán” (Génesis 2, 18-25).
(3) “Formó Yahvé Elohim al hombre del polvo de la tierra y le sopló en el rostro aliento de vida, y fue el hombre ser animado”
(Génesis 1, 4b-7).
(4) “En el año 585, los obispos reunidos en el tercer concilio de Nicea discuten sobre si la mujer tiene o no un alma. Los partidarios del sí vencen por un porcentaje mínimo de votos”.
(5) Si Dios no es gay, hay que admitir, sin embargo, que es más amigo del varón que de la mujer, no sólo por el relato bíblico, sino por toda la historia del pueblo Hebreo y por toda la trayectoria de la historia de las iglesias cristianas en todas sus secciones.

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